Hoy queremos mostrar una manera de ver el Diseño minimalista. Ryoji Ikeda es un creador japonés refinado y minimalista. Su tradición y cultura se basa precisamente en esas virtudes. Ryoichi Kurokawa, Tagaki Masakatsu y Daito Manabe son claros ejemplos de multiartistas que navegan plácidamente entre soportes digitales. Sin embargo, el autor visual y compositor Ryoji Ikeda destaca marcadamente entre esta nueva generación por su obra en la que abandona la representación y el mensaje, y se desprende prodigiosamente de los ripios de la moda. No reposa ya en el ámbito de lo minimalista, habita de lleno en el terreno del infimalismo.
“Todo lo que aprendí lo aprendí en los clubes”, afirma Ikeda. “Nada de intelectualidad, solo pum, pum, pum. No he progresado mucho desde entonces”.
Con estas afirmaciones, entendemos que la complejidad de la armonía musical significa para él un artificio. Pero Ikeda no puede zambullirse en las profundidades de lo visual y abstenerse de hacer lo mismo con el sonido. Por eso sus composiciones sonoras, una faceta suya tan valorada como desconocida, son mucho más que una cacofonía pretenciosa. Instalaciones como Supersymmetry, Test Patterns o Datamatics instauran un delicado equilibrio entre matemática gráfica y música contemporánea al límite de las frecuencias.
Ikeda no observa el mundo con el fin de transformarlo y hacerlo apto para nuestro consumo. Vive inmerso en la complejidad del azar, en el huracán de la información, y le resulta inevitable no apreciar la belleza del ‘paisaje’. Paisaje sumamente frío e impersonal que ya debería sernos tan cotidiano como lo es, tras setenta años de existencia, el expresionismo abstracto.
En su arduo caminar, una década que lo ha llevado por las galerías e instituciones culturales más prestigiosas del mundo, Ikeda ha ido acercándose progresivamente al silencio. Como el Buda que, sin decir una palabra, ofreció a sus discípulos el inmortal sermón de la flor.
Quizá estemos ante el albor de un nuevo tipo de artista pasivo-agresivo, capaz de quitarse él mismo de la ecuación y simultáneamente volverse un referente. Siempre escurridizo, tanto como entrevistado como compositor, Ikeda remacha: “Puede que los espectadores recuerden durante años algo de mi obra. Pero por experiencia sé que no recordarán nada de mí. Esa es una de mis metas”